A fines de julio pasado, cuando se presentaba la urgente tarea de resarcir las zonas afectadas, él tuvo algo pesado en su corazón.
  Se demandaba el envío de un destacamento especial con la misión de vencer la dificultad creada en el país.
  A la sazón, pensó, antes que nadie, en los jóvenes. Deseó que ellos se pusieran a la delantera en eliminar cuanto antes las pérdidas y levantar allí el paraíso del pueblo.

  Eran tan enormes su confianza y expectativa en ellos. Con el único anhelo de corresponderse con ellas, los jóvenes manifestaron al unísono su deseo de acudir a donde les esperaba. Su número llegó a casi 300 mil en apenas unos días.
  Ma Kum Hae, estudiante del Instituto Superior de Estudios Extranjeros de Pyongyang, dice:

  "Yo también me ofrecí a participar en la campaña de recuperación de los daños. Me hiere aún el corazón la imagen del estimado padre Mariscal Kim Jong Un de cuando recorría en una lancha de goma el hábitat del pueblo sumergido, la tierra siniestrada, viéndolo con dolor.
  En el local del acto de partida honrosa, él dijo que tenía gana de alardear de nuestro país por contar con tales jóvenes, y que debemos levantarnos sin falta, por propia fuerza, superando lo causado por las calamidades.
  Es cosa muy natural que nosotros, los jóvenes, nos pongamos a la cabeza en aliviar la preocupación del padre Mariscal."
  La rehabilitación de los daños que se despliega ahora en la cuenca del río Amnok es una magna obra de construcción tendente a transformar por completo una parte del territorio nacional.
  Con el honor de formar parte de la tropa especial enviada por el Partido, los jóvenes coreanos manifestarán en alto su ímpetu juvenil.